Desde que
Sorolla conoció a Clotilde, los dos eran adolescentes, no se separaron.
Esta mujer lo fue todo para el pintor: esposa, musa, su modelo favorita, la
madre de sus tres hijos y hasta su minuciosa contable, el pintor la
llamaba “mi ministro de hacienda”
En este cuadro
consigue que las sábanas satinadas de color rosáceo junto al sensual
cuerpo de Clotilde sean los auténticos protagonistas del cuadro, la luz
ilumina de forma brillante los tonos blancos y rosas pero pierde intensidad al
acariciar el cuerpo desnudo.
La evocación a
la Venus del espejo de Velázquez, la sensualidad, delicadeza y
atractivo irresistible, invita al espectador a pasear la mirada por toda
la obra.
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