En El Fayum a 60 km de El Cairo se desarrolló entre los siglos II y III , una importante pintura funeraria consistente en retratos de extraordinaria viveza, realizados con pincel o espátula sobre madera, empleando pintura al temple o pigmentos naturales mezclados con cera de abeja (encáustica) o mezclando ambas técnicas. Las familias ricas del Egipto romano siguieron momificando a sus muertos, colocando un retrato del mismo, pintado directamente sobre el sudario o sobre una delgada tabla, que era colocada a la altura del rostro del cadáver Los pintores, herederos de la tradición naturalista de los griegos, fueron capaces de captar la vida misma.
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